La pasada semana se celebró la Semana Internacional de la Doula.
Las doulas como colectivo seguimos siendo grandes desconocidas en muchos países europeos. En cambio es una profesión reconocida en EEUU donde está bastante popularizado el servicio de la doula, y el trabajo de ésta se centra básicamente en el acompañamiento de la madre durante el trabajo de parto.
Si tuviese que explicar muy resumidamente el trabajo de la doula, somos mujeres que acompañamos a otras mujeres en procesos de vida, aportando apoyo emocional y traduciendo a lenguaje simple la vivencia de la madre y el bebé. La doula está formada para darte soporte durante el parto y ayuda durante el postparto, facilitándote la adaptación a la maternidad y la lactancia. Hay doulas que también te acompañan en procesos de infertilidad, durante la búsqueda de bebé, y también en casos de pérdida, cuando se produce un aborto.
Resolvemos dudas, ayudamos a la mujer a confiar en sí misma, a manejar sus miedos, a empoderarse sobre sus decisiones y a encontrar balance en un proceso tan importante como es convertirse en madre y crear una familia. Y es que como mujeres afrontando un cambio vital tan importante y que comporta vivencias tan intensas, a veces sólo necesitamos alguien al lado que valide nuestros sentimientos, que nos escuche y comprenda, que nos aporte calma. Nada más.
El papel de este apoyo es fundamental, y su rol no está cubierto por la matrona ni por el ginecólogo/a. Tampoco por el psicólogo, ya que las doulas trabajamos desde el campo de la prevención, nuestro apoyo previene que la madre sufra ansiedad, que se sienta desbordada por miedos que vienen de viejas creencias, de la desinformación o de informaciones contradictorias en cuanto a los protocolos del parto y la crianza y lactancia. O de la inseguridad lógica y normal que surge en la propia madre ante el cambio y la responsabilidad.
Si bien hay personas en la familia como la madre o hermanas, que pueden apoyar a la madre, en ningún caso pueden sustituir un acompañamiento profesional, ya que aunque vengan cargados de buenas intenciones suelen volcar sus propias opiniones y experiencias, que pueden no coincidir con lo que siente la nueva madre y producirle más desconcierto y malestar.
Cuantas depresiones postparto, abandono, separaciones, sufrimientos, problemas de lactancia y de sueño, podríamos ahorrarnos las familias contando con una doula.
Lamentablemente disponer de ella no está extendido en nuestro país lo mismo que no están extendidos tantos saberes relacionados con la salud, el ciclo y la sabiduría femenina.
Algo tan sencillo como acompañamiento, escucha sin juicio y disponibilidad emocional es lo que necesita una mujer para hacer el tránsito a la maternidad de una manera más suave y amorosa.
Sufrimos el alejamiento de nosotras mismas, de nuestra sabiduría interna, de nuestros ciclos y ritmos, de nuestro propio cuerpo, y sufrimos por tanto el alejamiento las unas de las otras.
En unos tiempos donde no existe tribu y donde se hace complicado encontrarla, donde el mal de la mujer moderna es el desconocimiento de si misma, se hace urgente la presencia de la doula para traer a la mujer "de vuelta a casa" y ayudarla a reorganizarse desde el paso de mujer a mujer- madre.